Muy optimistas nos parecieron los primeros anuncios que situaban el show de esta noche en La Riviera, pues si la calidad del quinteto danés está de sobra demostrada, bien es cierto que nunca llegaron a situarse en primera línea de batalla, y casi me atrevería a decir que ni en segunda… Un frío invernal se nos metía hasta las entrañas en una ya oscurecida tarde de Noviembre, cuando, a las siete en punto, Heineken abría sus puertas a las primeras chupas de cuero. Primera vuelta de reconocimiento, una ojeada al merchandising, reencuentro con viejos amigos, los de siempre, aquellos con los que mantienes contacto gracias a los conciertos y demás saraos musicales.
Primera cerveza con la que comienzan los primeros acordes de los madrileños ARKANIA. Banda con un par de discos en el mercado y una propuesta algo floja, saltaron al escenario con mucha más pose que calidad. Temas predecibles y un frontman que bien debiera preocuparse más de controlar la distancia a la que se coloca el micro, y menos de lucir melena y palmito. Falta algo en este combo, parece que cada músico va a lo suyo sin preocuparse del sonido global, del conjunto, que al fin y al cabo es lo que nos llega a los oídos. Sin desmerecer el esfuerzo, personalmente no llamaron mi atención en absoluto.
A escasos minutos de las nueve de la noche, y con una sala a medio aforo, comenzaba la intro de ‘Pandemonium’, primer tema y título del último disco de PRETTY MAIDS, banda que últimamente se había dejado caer por varios festivales y que por fin nos visitaba en sala presentando este último y potente trabajo. Algunas deficiencias sonoras, así como un Ronnie Atkins al que parecía costarle coger el ritmo, nos hicieron temer lo peor en un primer momento, pero nada más lejos. Poco a poco fueron entrando en calor, y aunque hay que reconocer que el sonido estaba excesivamente alto, desluciendo sobre todo los temas más potentes, el quinteto dio la talla más que de sobra. El combo fundador de la banda, Atkins-Hammer, infundía solidez y seguridad sobre las tablas, mientras que la calidad y dinamismo de los miembros más recientes convertían clásicos como ‘Back to Back’, ‘Rodeo’ o ‘Love Games’ en auténticos bombazos en directo. Los momentos más emotivos llegaron con ‘Walk Away’, ‘Savage Heart’ y la coreadísima versión del ‘Please don’t leave me’ de John Sykes; momentos en que el volumen descendía, haciendo crecer la voz de Atkins para deleite de los allí presentes. Apenas una hora de buena música cuando la banda se despide y se retira del escenario, para poco después regresar por todo lo alto con un delirante ‘Future World’, seguido del primer single de su nuevo álbum, ‘Little Drops of Heaven’, y la última perla de la noche: ‘Red, Hot & heavy’.
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Aunque he de reconocer que en momentos puntuales me dejaron con el cuerpo un poco frío y me faltaron bastantes temas (¿¿y ‘Yellow Rain’??), la sensación general fue de satisfacción. Quien narra se quedó con ganas de más, y eso siempre es positivo. Cuando una banda te ha venido acompañando durante buena parte de tu vida, marcando momentos inolvidables, puede que a la hora de la verdad te haga tener una visión más crítica debido a las altas expectativas, pero sin duda alguna se te meterá en lo más profundo del pellejo, haciendo que se estremezca todo tu cuerpo de forma incontrolable. Así es la música, puro sentimiento.
Fotos: IVN