Crónica de Cavalera en la Sala Mitty Cats de Madrid el 30 Noviembre 2019.
Una gira que llega a la capital y que fue del agrado de los incondicionales, ya que se llego a colgar el cartel de Todo Vendido en pocos días. Dos fechas trajeron a los hermanos Cavalera por España, primero en Oviedo en el Otero Brutal Fest y el pasado sábado en la capital. Sin duda una oportunidad única de disfrutar del alma y espíritu de los verdaderos Sepultura como el mismo Max Cavalera diría esa noche, antes de interpretar uno de los clásicos del «Arise» y mucho de cierto hay en sus palabras. Una gira que presentaba dos de sus mejores discos de toda su historia, me refiero a los originales Sepultura y al «Beneath The Remains» (1989) y «Arise» (1991) era sin duda una ocasión perfecta para disfrutar de dos discos que son todo un referente en la historia de la banda y del estilo y que a su vez marcaron una epoca y un camino a seguir por muchas otras bandas.
Además el hecho de que tengamos a la voz y al batería originales de aquellos años dorados, autentifica completamente que fue sin duda el mejor marco para revivir esos clásicos. Nadie y con respeto a la nueva alineación de Sepultura, va a interpretar mejor esas canciones que los hermanos Cavalera, le pese a quién le pese, por ello era casi una obligación estar allí esa noche para ser testigos en directo de los mejores temas de la banda de Belo Horizonte, Brasil. El fundador y principal compositor del conjunto, Max Cavalera, dejó la agrupación abruptamente en 1996 como resultado de desacuerdos personales y posteriormente fundó Soulfly. Su hermano Igor hizo lo mismo en 2006 y ambos volvieron a unirse en el proyecto Cavalera Conspiracy y hoy han vuelto a unir fuerzas, esta vez solo como Cavalera para ofrecernos en directo dos discos y una era brillante de estos dos grandes músicos.
La noche la abrió Healing Magic, una banda de New River, Arizona, creada en Octubre de 2018 y que cuenta con Igor A. Cavalera en el bajo y las voces, hijo de Max Cavalera ademas de Travis Stone -Guitarras y Johnny Valles – Batería. La joven banda toco durante una hora y nos ofreció una versión del Thrash Metal más básico y primitivo que guarda cierta reminiscencias al Sepultura de su padre de discos como el «Schizophrenia» (1987). Si bien que sean tres chicos sobre el escenario y un estilo ligado a la vieja escuela, dice y mucho, de que este hijo prodigo conserva en su sangre, el buen gusto heredados por su padre y por su tío. La banda nos ofreció lo que es a la postre, su primer trabajo, un disco crudo y duro de Thrash Metal, que aún le falta por madurar y optimizar algunas ideas, pero que va por buen camino. Un poco lineal y repetitivo en algunas partes de su actuación, pero no por ello exentas de rudeza y mucha adrenalina.
Si mantienen esa línea y dado el buen apoyo de su familia, la banda e Igor sin duda nos podrán ofrecer llamativas sorpresas en el futuro. Una banda que calentó y bien debo admitir la expectación que crecía en una sala abarrotada y deseosa de escuchar viejos clásicos que nunca pasarán e moda. He de añadir que el aforo estaba completo en una sala, nada propicia para este tipo de eventos, incomoda y con pésima visibilidad, con cuatro muros que no benefician en nada, cuando se llena. Obviamente, no esta pensada para este tipo de actuaciones lo que al final dificulta el disfrute de eventos como este. Entiendo que quizás no había otra opción esa fecha, pero para eventos de metal, es sin duda la peor elección posible.
Los hermanos Cavalera salieron al escenario, casi puntuales y nos ofrecieron una hora y media casi, de su mejor repertorio, pudimos repasar casi al completo ambos discos, lo que sin duda fue muy emocionante, ya que como acote al inicio el que tengamos en frente al batería y a la voz que hizo posible todos esos éxitos, garantiza y mucho el pleno disfrute de esas canciones. El mismo Max lo diría hacia el final de la actuación antes de interpretar «Beneath The Remains», «Somos los verdaderos Sepultura» y mucha razón llevaban sus palabras. Incluso se dejaron oír «Orgasmatron» y «Chaos A.D.» para cerrar con broche de oro una actuación que calo hondo entre los asistentes tanto de primera fila que no dejaban de corear y saltar en cada acorde y los de las últimas filas que seguían sus ordenes al pie del cañón.
Es cierto que los años, 50 ya en Max, han pasado peor, físicamente hablando, sobre el mayor de los hermanos que sobre Igor, pero lo importante es que Max conserva la voz y el buen hacer de su guitarra e Igor como no, mantiene la clase y calidad en la batería. De allí que volver a escuchar himnos como «inner Self», «Primitive Future», «Stronger Than Hate» o «Arise», «Desperate Cry», «Infected Voice» o la muy cantada por sus fans «Dead Embryonic Cells», hace que los allí asistentes nos remontemos a un período básico y fundamental en el estilo y porque no en nuestras vidas. En lo personal, esos dos discos me marcaron y me traen a la memoria unos años de mi adolescencia llenos de incertidumbre pero también de sueños por cumplir y expectativas, que la vida y yo nos hemos encargado de ir haciendo realidad, pero sin duda, imagino que nos hizo recordar a muchos de los asistentes, esos años cuando salieron esos discos y lo mucho que nos marcaron, para bien deseo imaginar.
Así que no se trataba solo de ir a ver a los dos miembros originales de aquellos años dorados, sino también de regresar a esos días remotos y corear juntos esta vez cara a cara esas canciones que llevamos a fuego en nuestra piel, con tatuajes o en el corazón con hermosos recuerdos de juventud. Una de esas citas que se recordarán toda la vida, tanto para aquellos que les vieron y disfrutaron cuando estaban juntos bajo una misma bandera, como ahora que sigue caminos separados, pero como dijo Mas, seguimos siendo los verdaderos y originales, siguen siendo la esencia de aquella banda de chavales que en 1984 en un sitio remoto de Belo Horizonte de Brasil dieron vida a una banda única y por consiguiente a discos emblemáticos y por siempre recordados que la pasada noche pudimos vivir y sudar en primera persona junto a dos de sus creadores.