El pasado sábado 24 de marzo asistimos en la madrileña sala Rock kitchen al concierto que ofrecieron los navarros Berri Txarrak, una banda que apenas pisa la capital y que en esta ocasión lo hicieron con motivo de la gira de presentación de su recientemente estrenado nuevo álbum de estudio, “Haria”.
Emotividad eléctrizante
El pasado sábado 24 de marzo asistimos en la madrileña sala Rock kitchen al concierto que ofrecieron los navarros Berri Txarrak, una banda que apenas pisa la capital y que en esta ocasión lo hicieron con motivo de la gira de presentación de su recientemente estrenado nuevo álbum de estudio, “Haria”.
Cuando llegamos a la sala, la puerta estaba ya bastante abarrotada, los seguidores del grupo estaban apelotonados en ambas aceras de la estrecha calle, disfrutando de los instantes previos a un gran concierto como debe hacerse y con la compañía que se merece.
Al entrar en la sala empezaban a sonar los teloneros, Willis Drummond, un grupo de origen vasco que se abre un hueco en el panorama musical a pasos agigantados y que el pasado año lanzó su último trabajo, “Istanteak”.
Un directo contundente y cargado de energía es lo que supieron regalarnos, sin duda una acertada elección para abrir la velada y dejar paso a Berri Txarrak, banda con la que Willis Drummond comparte lazos musicales en lo referente a las influencias.
Llegó el momento más esperado y como no podía ser de otra manera Berri comenzaron su particular espectáculo, abrieron con varios bombazos de su nuevo disco, “Haria”, y Sugea Suge fue una de las elegidas, tema que casualmente también abre “Haria”.
La puesta en escena del trío navarro es espectacular y así lo dejaron de manifiesto con su electrizante sonido y sus ritmos pesados. Gorka supo conectar perfectamente con su público, a pesar de no ser hombre de muchas palabras.
Una sala repleta de personas se rendía a los encantos de la banda y seguía con gran entrega todos los temas y los momentos que Berri quiso compartir con nosotros.
Algunos de los temas elegidos para el setlist de la noche fueron Jaio musika hil, Pintadek, Oreka y Zertarako amestu, canciones que todos los presentes esperaban con ansia y que corearon desde el primer segundo.
Con esa compenetración que señalábamos anteriormente, Gorka consiguió la colaboración del público para hacer un wall of death, y la canción que lo introdujo no fue otra que Berba eta hirudia, la gran masa que llenaba la sala se separó, como si de dos paredes se tratase, y en el momento en que el primer acorde sonó, ambos lados colisionaron formando un brutal pogo.
Además el concierto se caracterizó por la cercanía entre el grupo y sus fans, en más de una ocasión, los seguidores de Berri invadieron el escenario para lanzarse al público sin ningún tipo de miramiento.
Fueron cayendo Denak ez du balio, Isiltzen banaiz y Jainko ateoa, tema que dedicaron a su gente, a todos aquéllos que les siguen y les han seguido desde el principio.
Un momento emotivo y de gran sorpresa fue cuando una tarta de cumpleaños apareció en el escenario, y es que David cumplía años ese mismo día, un cumpleaños feliz bastante imperfecto se fue conformando entre los cantos de todos los que allí estábamos, aunque al fin y al cabo la intención es lo que cuenta.
Por último, Oihu fue la encargada de poner el punto y final a la velada, un final que no agradó a nadie, hubiéramos sido capaces de aguantar lo que nos echaran, pero como dijo Gorka, “eso ya era explotación laboral”.
Un concierto completo, muy cercano y sin momentos flojos que destacar, una selección muy acertada de temas, aunque inevitablemente mucho se quedó en el tintero. Únicamente cabe señalar que la Rock kitchen deja mucho que desear en cuanto a la refrigeración de la sala, ya que aquello se convirtió en un lugar extremadamente agobiante hacia la mitad del concierto, no es la primera vez ya que con anterioridad se han producido estos error de acondicionamiento.
Esperamos que Berri Txarrak tengan mucha suerte con la gira de presentación de “Haria”, y por otra parte, ya estamos ansiosos de volver a tener en Madrid a Gorka, David y a Galder, una gente que habla con su música.
Fotos: María de la Fuente
Texto: Gonzalo Millán