Resurrection Fest cierra su décima edición con contundencia, madurez y gran aceptación pública y mediática
Rock in Spain se desplazó desde Madrid para cubrir los tres días clave del festival y decidimos hacerlo como mandan los cánones, en un autobús repleto de festivaleros; el Parranda Bus, cuyo nombre nos dio algo de miedo inicialmente, cuando estimamos la posibilidad de que no pudiésemos cargar las pilas durante el trayecto, que duraba toda la noche. Muy al contrario, nos sorprendimos al ver que la mitad de la chavalada ya iba medio sopa incluso antes de arrancar el bus ¡Vaya juventud! Bromas aparte, y por mucho que nos gustaría ir como se narra en la canción «Festival del Mal» de Gigatrón, la carretera es para lo que es y la opción de viajar en estos autobuses es perfectamente viable incluso para los que vamos a trabajar. El primer pulgar levantado es, sin duda, para ellos.
VIVEIRO, PARAÍSO MUSICAL
Tras llegar a Viveiro, ya se percibían las primeras caras de resaca, de renuncia a algunas de las necesidades vitales, de sacrificio en favor de estos días de emoción y convivencia colectiva. En este sentido, muchas fueron las reclamaciones que oímos sobre la carencia de baños e instalaciones para albergar el aumento considerable de asistentes a este creciente festival. El camping de Resurrection Fest parecía tener identidad propia, incluso más allá del festival que lo hace posible. Ningún periodista aparecería por allí a curiosear la cantidad de actividades de todo tipo (algunas un poco más censurables que otras). Pero, debido al embrujo de este pueblo, sobre todo, lo que parece primar en este festival es el metalhead turista; desde días antes, infinidad de fans ya parecían haberse adueñado de las calles, bares, supermercados (vaya colas) y playas.
Este humilde paraíso gallego supo atender con eficiencia todos los servicios mínimos. En este sentido, es extraordinario ver de cerca cómo se reactiva la economía y la sociabilidad en pueblos pequeños con eventos de este tipo. Productos estrella, como el pulpo, estaban agotados en varios restaurantes (tal vez tuviera algo que ver esa publicidad «subliminal» del cartel del festival).
A diferencia de los tópicos, la población vivariense no hacía gestos de extrañamiento hacia esta invasión de jóvenes tatuados hasta por dentro, repletos de piercings, dilatadores, y extravagancias de todo tipo; sabían de primera mano lo educada que la mayoría de esta gente suele ser y las evidentes ventajas de este metal-boom para su economía, dato que la prensa local repetiría durante días, en una campaña de aceptación mediática importante.
EL PÚBLICO, EL GRAN PROTAGONISTA
A la hora de preparar esta crónica, la primera idea era ofrecer nuestras impresiones sin ninguna imagen de los conciertos, debido a la injusta marginación y discriminación a nuestro trabajo por parte de los recortes en los accesos de prensa de este Resurrection Fest. Pero por respeto al público, por respeto al festival (a la gente tan competente que hay dentro de él) y sobre todo, al lector, que milagrosamente hoy siga persistiendo (todo un rara avis en este mundo de imágenes), enterramos el hacha de guerra en pos de mostrar algunos grandes momentos. Para ello, no obstante, tuvimos que intentar posicionarnos en las primeras filas de cada actuación, para conseguir algunas instantáneas. Somos un medio pequeño, pero tenemos derecho a general material propio, del mismo modo que a informar lo que creamos. Cabe decir que en ningún concierto se me impidió el paso a las primeras filas; algunas, como Mottörhead, con resultados nefastos, fotográficamente hablando. Pero la gente me mostró su cara más amable todo el tiempo.
El choque de comunidades estéticas de todo tipo, desde el rap, el reggae, los más clásicos heavys, por supuesto, los hardcoretas, e incluso algún blacker, hacen de este festival un espectáculo de gran riqueza y variedad ya de por sí.
LOS EVENTOS EN TORNO AL FESTIVAL
Esta edición del Resurrection Fest dispuso de conciertos el miércoles previo al festival para hacer de esta edición la más especial de todas. Pero además de la música, este gran festival cuenta con su mini-agenda propia. Volvieron a verse los del equipo de skate profesional o aficionados ofreciendo free sessions y, como novedad exclusiva de este año, hubo exhibiciones de bike-trial, contando con la presencia del mismísimo Fred Crosset, piloto del equipo Monster Energy.
Se notó el crecimiento de los eventos secundarios de todo tipo dentro del festival. Extraoficialmente a veces, otras, como sorpresas de la organización; desde pintada de grafitis, gofres gratis, sacrificios de pelo (por sorteo de bicicletas), las chicas de Jagger haciendo de las suyas, la participación destacada de niños (Resukids), la carpa de pulseras-streaming de Spotify, o los habituales puestos para “repostar”; esos lustrosos puestos de merchan y comida que hacen de los festivales algo muy especial (¿quién no se va sin probar un arroz frito, o sin visitar los visuales puestos de tiendas españolas como la mostoleña Citadel Records?): aquí un resumen gráfico de toda esa subescena que hace que quieras repetir sin tener casi que pensar en qué bandas tocan.
Observar el detalle y ver la cantidad de gente cojonuda con la que te cruzas, esa es la impresión.
ÉXITO DESTACADO DE LAS BANDAS NACIONALES
Resurrection Fest ha acogido este año a otro buen puñado de bandas nacionales: Aphonnic, Jardín de la Croix, In Mute, Mutant Squad, Killus, Bastards on Parade, Intolerance, Anestesia, Syberia, Toundra, Berri Txarrak. La organización del festival sabe por experiencia propia de la importancia creciente de nuestra escena propia, la más cercana, pues en su “Band Contest” participaron más de 200 grupos de España, Francia y Portugal. En el festival, se notó la buena acogida de las nombradas, pues estas bandas consiguieron captar más atención, aparentemente, que la mayoría de las “bandas medias” extranjeras. Y digo estas palabras sin ningún afán de defender irracionalmente a nuestra escena, sino completamente sorprendido; visión que pude compartir con varios compañeros de profesión. De este modo, los directazos de bandas españolas, que fueron casi todos ellos a pleno sol y con un calor insoportable, eran algo más que una forma de “inaugurar” las largas jornadas de conciertos, consiguiendo congelar algunos de los mejores recuerdos. Por ejemplo, con casos como la destacada conexión con el público de Chechu (Aphonnic), ese aire fresco de Syberia, que aportó con su rock instrumental (esas guitarras tocadas con destornillador), frente al estilo hardcore/deathcore dominante en el festival; o Toundra, que directamente es la banda favorita de muchos, como mostraron las entrevistas de Metalovisión, y que además, para sorpresa de todos, se curraron un concierto improvisado en acústico en el Resucamp. Destacada mención también a Jardín De la Croix. En cambio, fue una pena que coincidieran las locuras desatadas que promovieron In Mute y Dawn of the Maya, ya que compartían target.
Junto con Bastards on Parade, Killus inauguró la primera noche consiguiendo estos segundos, con su visual gótico-industrial, ser la segunda página del diario La Voz de Galicia. Casi todos los grupos nos daban alguna sorpresa en algún sentido. Incluso algunos músicos, que no tocaban en este festival, pero aparecieron repentinamente, como Javier Izquierdo de Angelus Apatrida, que se subió a cantar un tema con los suecos Dr. Living Dead, banda con la que comparten una gran relación. Y podríamos seguir poniendo ejemplos…
LOS GIGANTES DEL FESTIVAL
Primeramente, hablemos de los que finalmente no actuaron. Ya supimos mucho tiempo ha, que Mastodon se había caído del cartel, un día antes de ser anunciados, por aparentes malentendidos con la organización. Además, los más proggers sufrieron la baja de última hora de Periphery, pero pudieron contentarse con las alternativas de Monuments (RU), Misanthrope (Francia), Syberia (Barcelona) o Kadavar (Suecia). Entre las últimas bajas, también tuvo lugar Darkest Hour. Estas dos bandas fueron sustituidas por Devil Sold His Soul y The Algorithm.
Entre las grandes confirmaciones que, durante meses, han generado gran expectación y llenando la prensa musical de titulares, en esta décima edición hemos contado con bandas archiconocidas de todos los estilos, desde el hardcore punk hasta el black metal, escorando, si cabe, un poco la balanza hacia el metal extremo. El escenario intermedio, el llamado Chaos Stage, fue una verdadera arena de batalla para todas estas bandas, como digo, intermedias pero muy entre comillas. Todo buen festivalero sabe que las bandas en franjas horarias menos masivas luchan su posición como el que más.
Micke «Lord Ahriman» Svanberg, de Dark Funeral
Chris Barnes, de Cannibal Corpse
Pese a lo dicho, en este escenario no faltaron tampoco gigantes de la talla de Cannibal Corpse, The Exploited o Behemoth. Estos últimos sembraron ciertas hostilidades al mostrar una bandera española con águila bicéfala, cuya explicación se ofrece rápidamente: se trataba simplemente del logo de la banda pintado en una bandera de una fan. La polémica sigue abierta por algunas redes, por la ambiguedad simbólica, y por lo llamativo de la fecha (el 18 de julio es el día del histórico Alzamiento Nacional). Por muchas explicaciones posibles, este debate probablemente continúe ad nauseam. Behemoth es, sin embargo, la banda de death metal del momento y su mención aquí, la dejamos en un privilegiado primer lugar de entre las grandes.
De los gigantes entre los gigantes, estaban, por supuesto, Motörhead, con un caché insultantemente caro, pero que aún así, era un caramelo demasiado ambicionado, siendo además un único concierto en España. Como excusa para esta gira multimillonaria, los británicos recientemente habían adelantado de su próximo álbum «Bad Magic» (que sale el 28 de agosto), el tema «Thunder & Lightning», que es más de lo mismo, pero… esto es Motörhead, amigos. Se trata de Lemmy. Haga lo que haga es el número uno. Y así fue, un directo seco en actitud, pero bestial de sonido y una de las pocas veces más que podremos ver a la banda que para tanta gente es la banda más grande de heavy metal del mundo. En plena puesta de sol, fue todo un ejercicio de autorrealización de gente de todas las generaciones (y digo todas: viejos, adultos, jóvenes y niños).
Otra de las reliquias musicales de este festival era Korn, en concierto íntegro tocando el primer álbum. La gente pudo disfrutar de los nuevos matices que tomaban en directo canciones tan extrañas como “Faget” o “Daddy”, o un más acogido “Blind”, aunque también se notó el evidente contraste con canciones posteriores de más éxito de la banda, como los gritos y bailes que acompañaron a “Falling Away From Me”. Aquél primer álbum, como sabemos, fue un tanto… particular, y que con el tiempo, se le está poniendo en un lugar privilegiado. La enorme expectación creó una extensa cola durante las firmas, pero los músicos boicotearon esta actividad a los 15 minutos, dándole una gran hostia en la cara a los fans, al marcharse sin dar explicaciones. La organización fue ejemplar al anunciar los diversos problemas del stand de firmas, tanto por pantallas como por redes sociales.
Refused, aunque en esta meramente simbólica “tercera posición”, pues no estoy ordenando cualitativamente, fue, una de las bandas más aclamadas del festival. No en vano, al poco de la actuación en Resurrection Fest se supo que acompañarían a Rise Against y Berri Txarrak en Bilbao y Madrid. Pareció como si se hubiera mantenido en secreto. Aunque da igual cualquier especulación al respecto, pues Refuse fue, junto con los alemanes Heaven Shall Burn, los que dieron la nota mayúscula al hardcore internacional. Ambos directos fueron de una fuerza empática incontestable. Los suecos con tres premios Grammy en los 90 y varias nominaciones tras su reunión en 2012, mostraron una frescura increíble, con un Dennis Lyxzen sujetado por el público mientras cantaba, yendo y viniendo como loco.
Dennis Lyxzén, de Refused
El vocalista denunció abiertamente “la casi ausencia de mujeres en bandas, contando este festival, con más de 300 músicos”.
En cambio, Heaven Shall Burn escupieron su asco al genocidio animal y a la estupidez humana, provocando una ira descontrolada. Marcus Bischoff al frente, bailaba desquiciadamente y miraba a los ojos a los espectadores, les poseía uno a uno, y el sonido hacía el resto, dominando sus cuerpos, que se arrojaban al foso de prensa a pares, desde un largo hilo que se creó de crowdsurfing. Los de seguridad no daban abasto con tanta gente volando por los aires. Se formó un cauce de jóvenes cruzando el foso, y una pelotera de fotógrafos al final de este, disparando instantáneas memorables de los fans corriendo de vuelta al mosh.
Heaven Shall Burn
Marcus siguió calentando a la gente hasta conseguir un circle-pit descomunal, de los que ellos suelen montar, que rodeó la enorme columna de equipos de sonido e imagen.
Debo anunciar, en cambio, mi decepción con el concierto de In Flames, que pese al espectáculo de luces y su sonido impecable, o la participación de un espontáneo que demandó al grupo, cartel en mano, subir a cantar Take This Life, lo cierto es que el resto del concierto no me aportó las sensaciones que esperaba encontrar. En esa línea, llegó a resultarme aburrido en exceso el sólo de Zack Wyde, que se empecinó en una pentatónica interminable, con lo bien que habían estado el resto de los Black Label Society.
A diferencia de Zack, las barbas al viento que no decepcionaron fueron las de Kadavar, también en el escenario grande, consiguiendo tal vez un puesto de “banda revelación” (aún con sus bien aprovechados cinco añitos de trayectoria). Fue bienvenido el aire fresco que aportó su rock psicodélico al festival. El día incluso, se nubló para generar un ambiente más introspectivo en el público.
Kadavar
Soulfly, que fue la primera gran banda del primer día de festival, pero de las últimas en confirmarse, hizo acopio de los grandes temas de sus seis discos. Max Cavalera provocaba con ese acento latino suyo (¡vamos gringos, caraho!) antes de presentar el crudo y primario nuevo tema de la banda We Sold Ours Souls To Metal.
Por último, quiero destacar el baile masivo generado por Skinred y ese reggae-metal; para muchos, el concierto más divertido del festival.
ALUVIÓN DEATHCORE
Este año se han oído voces del descenso de bandas de punk-rock en este festival. Fundamentadas o no tales críticas, el deathcore parece el estilo de moda, y las grandes alegrías fueron Suicidal Silence y Carnifex. Los primeros venían con su nuevo vocalista, Eddie Hermida, tras el fallecimiento en 2012 de Mitch Lucker en un accidente de moto.
Suicidal Silence es una de las bandas más seguidas de metal del mundo, y actualmente han confirmado su gira con Korn.
Lo de Carnifex, en cambio, fue una verdadera fiesta, algo más íntima, ejecutando las piezas de su Die Witouth Hope (2014).
Como sabéis, nos dejamos en el tintero algunas palabras para otras bandas que también han sido fundamentales para esta edición, como Fear Factory (piedra angular a punto de presentar disco, aunque parecía que Burton C. Bell tenía la voz bastante cogida), Backyard Babies (otros que vuelven en esta invasión del sweden-revival rock), Satanic Surfers (uno de los más esperados, por ser concierto de reunión y grandes exponentes del skate-punk, al igual que 7 Seconds), los exquisitos Ne Obliviscaris, contrapunto melódico a tanto hardcore, exquisitamente escogidos; Intolerance (con miembros originales), o toda la escena rapcore, fundamental en Resurrection Fest, y de la que hemos dicho poco pero que, capitaneados, por así decirlo, por Biohazard, que encabezaron la programación del Pre-Resurrection del miércoles, contó con exponentes como Deez Nuts o Dog Eat Dog. Los grupos que nos dejamos es sencillamente por la imposibilidad de ser omnipresentes en el shock emocional que supone un festival como Resurrection Fest, donde hasta para la prensa es difícil no dejarse llevar de vez en cuando; entrañable fue ver a compañeros de profesión dejando cámaras y equipos en manos de otros para “tirarse al mosh”.
Nick Culmer, de Anti-Nowhere League
John JC Calabrese, de Danko Jones
Dan Lilker, de Nuclear Assault
Tim Charles, de Ne Obliviscaris
Resurrection Fest consigue, edición tras edición, posicionarse a la vanguardia de los festivales de Europa. Somos, sin duda, una generación festivalera; estos eventos se han consagrado en nuestro país, con identidad y cronotopía propias en los últimos diez años, en los que hemos visto este auge enorme en España, que hasta hace poco no contaba con referentes de tanto prestigio. Pero no por ello debemos permitir cierto tipo de explotaciones hacia trabajadores o hacia el público por parte de quienes sólo busquen maximizar sus beneficios a riesgo cero. Todavía muchas cosas resultan mejorables, como se ha dicho (dificultades para la prensa, carencias en camping, fallos en stand de firmas…). Pero la evaluación general es sobresaliente.
Texto: Rubén G. Herrera y Esther Perdomo
Fotos: Rubén G. Herrera
¡Hola!
Gracias por la crónica, lo primero. Nos alegra ver tanta buena palabra hacia el festival. 🙂
Varios comentarios.
1. Los «recortes» en los accesos de prensa son inevitables. Por seguridad un foso como el que hay en este festival no puede albergar tanta gente como había el año pasado, donde tanto la gente que trabajaba en él y sus instrumentos (muchas veces valorados en miles de euros) peligraban al caer gente encima en los conciertos más grandes. Hemos dado pase de fotógrafo a los medios (vosotros mismos), pero el photopass (pase al foso) debe estar restringido a los fotógrafos oficiales y a unos pocos medios más con fotógrafos profesionales de dilatadas carreras. Sentimos si os molesta, pero es algo necesario. En otros festivales mayores sólo pasan los fotógrafos oficiales y se entregan imágenes desde la web para que los medios lo usen. Ojalá pudiesen todos los medios, pero no es viable. :/
2. Mastodon no se cayó por malentendidos con la organización, sino porque cancelaron toda su gira veraniega a posteriori. Pasa con otras bandas también cada día, pero esta fastidió más al ser más grande y tras estar meses negociando.
3. Los cambios de firmas se anunciaron a última hora por petición de la banda (en el caso de In Flames) a riesgo de no hacerse literalmente, que no creemos que fuese la solución. Por suerte mucha gente se enteró igualmente y hasta se tuvo que cortar la cola por estar más del tiempo establecido, pero no se podía hacer mucho más al ser un adelanto, y no ser pospuesta. Lo mismo con los horarios, se anunciaron el lunes en todos los lados y avisamos de que los flyers que la gente pedía sólo respetaban algunos horarios al ser impresos el fin de semana antes de los cambios. Fueron cambios forzosos y no era posible cambiarlos. La pantalla central del recinto informó de ello y en las redes y demás también. Sentimos si no todo el mundo se enteró, pero hemos hecho todo lo posible al tener estos imprevistos ajenos a nosotros mismos.
Esperamos de todas maneras que hayáis disfrutado a tope de esta edición y nos veamos en 2016. 🙂
¡Un saludo!