Crónica Hellfest 2018 sábado 23 de junio | Clisson, Nantes

Crónica HELLFEST 2018 sábado 23 de junio. Después de una excitante y larga jornada inicial regresábamos al paraíso con un sol aberrante sobre nuestras cabezas. Esto y que las opciones en el mainstage no eran más atractivas que las de las carpas hizo que pasase gran parte de los conciertos en los escenarios cubiertos. Así, los pasajes de hoy se mueven entre el Temple, Valley y Altar, con un par de visitas al Warzone donde fuimos a “destrozarnos”.

Abriendo mi ruta particular con MISÞYRMING en el Temple que nunca había visto antes tocar y tenía gran curiosidad después de ver sus potentes videos. Pusieron el listón muy alto más alto que quizás incluso la banda en sí esperaba. Con camisas blancas de elegancia descuartizadora empapada en sangre, espero que falsa.

Sonidos black metal crudos con pasajes atmosféricos densos y la voz con desesperación y agonía que a mí tanto me gusta. Todo fue fantástico con un dinamismo exagerado y un hipnótico agresivo.

ORANSSI PAZUZU fue mi siguiente opción también en el Temple con su propuesta de black metal con una psicodelia propia que puede resultar apabullante en positivo por su genialidad compositiva, como en negativo por su densidad y linealidad.

Me gusto la propuesta por momentos por su estructura musical pero creo que tanto virtuosismo queda un poco diluido por el amplio espacio y la luz solar. Lo intenté y me encanta su trabajo “Värähtelijä” en mi lugar de casa de escuchar, reposado.

Luces estroboscópicas, ritmos impetuosos azuzaban a la gente a acercarse más al escenario porque, aun siendo difícil tocar a las tres de la tarde muchos entraron en trance con esa gran rara dosis de singularidad.

La sorpresa del Hellfest

Tras el trance buscaba antídoto de aceleración para salir de la “depresión” rítmica en la que me encontraba y de rebote entré a ver HO99O9 que empequeñecía el Valley. Tradicionalmente este escenario ha sido el de los descubrimientos, con Caspian y Envy en ediciones pasadas.

La banda de Los Ángeles fue uno de los descubrimientos de esta edición. Con una música abrasiva y letras con gran carga de protesta y concienciación para mejorar las cosas. Una mezcla de hardcore versión punk y base de hip hop.

Una experiencia agotadora y vertiginosa como en una montaña rusa sin protecciones. Justo para recuperar el aliento y ajustar nuestros huesos entre tema y tema. Sin guitarras, solo batería, la electrónica y la energía y movimientos del frontman, que en un momento dado se atrevió a formar parte del Wall of dead que el mismo había pedido…

Salimos de las sombras y nos dirigimos al escenario de la guerra por excelencia del festival, el warzone. El nombre no engaña ya que allí veríamos alguno de los concierto más irracional de todo el festival. Al primero ya le llegaba el turno, TERROR.

Harcore punk californiano de manual por la que probablememente sea una de las más grandes de aquella procedencia en la actualidad. En Hellfest es difícil comparar un concierto con otro porque es como comparar escopetas y rifles con fusiles de asalto, todo es peligroso y de eso los californianos tiene mucho.

Minuto uno y la gente azuzándose en el interminable e infinito pogo donde se sumergían y emergían camino del escenario surfeando por las cabezas de cuerpos convulsionantes y sudorosos gritando hasta hacer hervir las cuerdas vocales. Bane el gran frontman da plasticidad y celeridad con sus áspera voz de ordeno y mando. No hay margen para la desobediencia. Saltar, brincar, abalanzarse, chocarse, precipitarse y explotar unos contra otros.

Me parece curioso el fenómeno del harcore punk y la hermandad que se genera ante la aparente violencia. Mientras la gente siga amando el harcore bandas como Terror gozarán de seguidores capaces de reventarse unos contra otros.

Mitad del día superado y quería más harcore. Estaba extremadamente revolucionado y necesitaba bajar pulsaciones y disminuir adrenalina… ORANGE GOBLIN fue elegido frente a Kataklysm. No estaba en death metal mood ( Maurizio a la siguiente ).

Música ruda, seca y pesada para desacelerar y un espectáculo digno de una gran banda. Muchos, muchos espectadores en el Valley para ver a los londinenses que ya llevan una buena carga de espectáculo y experiencia a sus espaldas.

Sonaron entre otros, grandes temas como “Red Tide Rising” y “The Fog” de nuevo cuño sin olvidar la enorme “Sons of Salem” o “Bur The Ships”. Tempos tranquilos y crudas guitarras para despedir al sol que nos ha ajusticiado insolentemente.

Lo bueno de los festivales es la variedad y ¿Por qué no descansar, avituallarse y esperar a CHILDREN OF BODOM?

Al escuchar los primeros compases de “Are You Dead Yet?” sabía que había elegido bien donde estar durante la siguiente hora. Los finlandeses fueron punzantes e incluyeron en su actuación mucho material antiguo. Concierto en mayúsculas.

Si bien es verdad, que al principio Alexi se mostró frío, un poco apagado o mejor dicho, falto de calentamiento, porque en temas como “Hate Crew Deathroll” o “Downfall” temblaron hasta los tensores de la carpa.

Su fórmula que permanece invariable en el tiempo y a la fin es lo que queremos escuchar; grandes solos de guitarra y el omnipresente teclado de Janne. Con “Toward Dead End” finalizaron la actuación. Un rendimiento constante de a lo largo de los años siempre se hace agradable de ver.

Ganas tenía de ver a los suecos WATAIN y por ello cambio rápido de escenario para un poco más de espectáculo black. El escenario surtido cruces invertidas en llamas, un altar y calaveras, en resumen todos los iconos del black metal.

Con una pomposa música a modo de introducción se inició el caos con energía y el sentimiento de “odio” hacia todo que su música transmite. Con un setlist ajustado para su hora de concierto, supieron enlazar temas clásicos con temas nuevos. Un perenne moshpit en la parte delantera acompañó el concierto de principio a fin.

Atmósfera cruda y oscura de ritual que cautiva e interpretación con fluidez y pasión con una inmensa energía sería un ajustado resumen. Mantuvieron la atención en todo momento hacia ellos con temas como “Angelrape” o “Devil’s Blood”. Se apagaron las velas y terminó el ritual.

Regreso al warzone

Último concierto del día, y el turno fue para HATEBREED más hardcore para terminar de agotar mis energías. La banda destruye todo a su paso y el warzone tampoco se pudo aguantar con un combinación de fuerza bruta de metal y hardcore punk con un mensaje claro: cree en ti mismo y toma el control de tus propias acciones y destino. Empoderamiento personal.

Gigantesco moshpit como respuesta del público hacia los norteamericanos que ofrecen trallazos como “Looking Down the Barrel of Today”, “Satisfaction is the Death of Desire” o la directa “Destroy Everything”. Mucha gente eligió acercarse a este escenario que estaba abarrotado frente Parkway Drive o Dimmu Borgir.

He visto varias veces a HATEBREED e incluso con los algunos cambios de formación durante estos veinte años, la bando me sigue sorprendiendo ya que lo pone todo en el escenario sin reservas. Conectan y actúan en pro de los fanáticos. La brutalidad y la positividad es su propia forma de arte que queda reflejada en sus caras mientras tocan apasionadamente su música y un servidor dichoso de poder presenciarlo.

(Texto y fotos: Miquel Raga )

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