- Crónica MAREA + EL DESVAN en Barcelona | 18 de Mayo | Forum
Queda claro cuando alguien dice que MAREA se ha convertido en otra de las grandes bandas españolas de rock y eso se constata cuando congregan a una multitud delante de ellos y la fusión entre publico y artista es bíblica.
Los que vivimos y seguimos con intensidad la época dorada y triunfante del rock español de los 90, cuando grandes nombres como Platero, Barricada, Extremoduro o Los Suaves, ahora diluidos o extintos, copaban los carteles de las fiestas mayores y conciertos de polideportivos, tuvimos ayer una añoranza y sensiblería de viejuno entrañable.
Y es que “Los Marea” se presentaban en la ciudad condal para compartir su nuevo disco, “El Azogue” y no lo hacían desde el 2012 en otro concierto glorioso en Badalona. Para esta gira, en cada una de sus paradas, los de Berriozar invitarían a una banda, “joven promesa, aunque de joven nada que son unos viejunos”, en palabras del propio Kutxi; para esta ocasión los acompañados eran los eternamente agradecidos EL DESVÁN, banda de rock español de manual, también de Navarra, con un rock contundente y con letras punzantes con “Mi madriguera” como último trabajo en el mercado. Más de una vez han sido comparados con MAREA, lo que en boca de Gabri Gainza, su cantante, “es un lujo”.
Ayer abrieron el concierto, mientras las nubes amenazantes y aun de día, contenían la lluvia y delante de ya unas 5.000 personas, con estribillos pegadizos y cantables pero siempre una base muy roquera, común en este género.
Cambio rápido para recibir a Kutxi y lo suyos. La última súperbanda del rock español capaz de congregar a una multitud considerable como las que asistieron al auditorio del Fórum. Tras ocho años, el motivo, «El Azogue», ha sido el regreso a la carretera. Por ello se atrevieron a interpretar todos los temas del nuevo disco, eso sí, sin olvidarse de los infranqueables que han empujado a la gran mayoría a presentarse delante del escenario preparados para cantar y disfrutar. No se podrían olvidar de “El perro verde”, que era el precio del peaje para que entrásemos en el Olimpo del deleite.
Para arrancar “En las encías”, “El temblor” y “La majada” de forma rápida y a modo de calentamiento. La lluvia no estaba dispuesta perderse tal espectáculo y también se apersonó, y menos si las notas introductorias son de “Mierda y cuchara”. Me encantó como sonaron de contundentes y convincentes las guitarras en este corte. Y es que César Ramallo no es cualquiera ni acaricia las seis cuerdas como un cualquiera y de cualquier forma.
Junto a la anterior, temas de pasados discos como “Manuela Canta saetas” y sus ojos girasoles, “Corazón de mimbre”, “Mil quilates” y el primer gran anhelo colectivo quedó cumplido con “Qué se joda el viento”, derroche emocional y apasionante excitación contagiosa y palpable la que se extiendió entre el público.
De esta guisa y con los niveles de humedad corporales más altos de lo normal, ecuador del concierto y retirada de Kutxi a “hacer ejercicios de taichí”, según él mismo, sin antes saludar al único “tonto” que detectó con el móvil grabando en alto. Como maestro de ceremonias dejó a su compañero Edu “El Piñas”, quien toma el testigo y se atreve. ¡Vaya!, digo, se atreve por decir algo porque él mismo con su voz ideal para el género bien podría liderar una banda. Sea como sea, se plantó delante del micro y con esas notas iniciales a lo “Van Hallen” interpretó “Un hierro sin domar” , “Pecadores” y la pendenciera “Trasegando”.
Vuelta del hombre a un sombrero pegado para continuar con “Jindama”, ese pesar que, tras buscarlo en el diccionario, me está entrando cada vez con más convicción por ver que, pese a ser Marea los últimos en llegar al podio del rock, no veo sucesor de talla semejante, mientras los referentes desaparecen de la notoriedad.
“La Luna me sabe a poco” y locura desatada bajo la fina lluvia para refrescar las calientes cuerdas vocales al grito de “me sabe a pooocooooooo”. Para dar algún detalle más, mi tema favorito entrada de Gabri de EL DESVÁN para “ayudar” en el tema “En tu agujero” y retirada a bises. ¡No! ¡Qué rápido! ¡¿Ya?!
Pues sí. Breve ida y venida a la parte trasera para encarar bises con una previa presentación de todos los que hacen posible la música y los conciertos de Marea y de paso, fumarse un «cigarrito». “El perro verde” y “Marea” cerraron un concierto descomunalmente delirante y con un duradero efecto en las mentes de las 12.000 personas que aguantaron la lluvia de forma sobradamente justificada. Los dos temas puntales resonaron y retumbaron desde el gran equipo de sonido, perfectamente ecualizado durante todo el concierto, pasando por todas las calles de Barcelona.
De camino a casa, con la calma y en el silencio de la conducción a las 23:30 por la solitaria carretera, me asalta en contraposición a la satisfacción del concierto, esa jindama de nuevo. Los nuevos sonidos de rock en el panorama nacional no acaban de tener la multitudinaria aceptación y relegan las grandes noches de rock a recuerdos pasados. Espero que, igual que Marea encontró la ciencia en Plasencia y Carabanchel, los de detrás la busquen también en Berriozar.
(Texto y fotografía : Miquel Raga)